El día menos pensado llegó cuando dejé de pensar,
me olvidé de cerrar la ventana por si llovía
y la habitación se inundó de rebeldía
escondida entre las telarañas de mis esquinas.
Ese Abril no cogí paraguas ni un solo día
y mis palabras, empapadas de insomnio,
se formaron en la sopa de letras del periódico del domingo,
haciendo eses después de tomarse un ron con coca cola,
compitiendo con las últimas sombras de la noche.
se formaron en la sopa de letras del periódico del domingo,
haciendo eses después de tomarse un ron con coca cola,
compitiendo con las últimas sombras de la noche.
Me probé la vida y supe que la talla XL me venía grande,
y que de tantos palos podiá hacer una hoguera
y que de tantos palos podiá hacer una hoguera
lo suficientemente grande como para ser rescatada
de caer en mi propio olvido.
Bailé entre la lluvia de una primavera disfrazada de invierno
hasta apagar la última farola entre todas las flores,
tras muchos ibuprofenos y ganas de sentirme viva
sabiendo que en stand-by también gasto energía
y a pesar de haberme dicho que ese día me iría pronto a la cama.
No me cabían dudas porque mi aforo ya estaba completo
en el trópico de mi boca cuando salía a tomar algo,
y el rojo de mis labios encontraba constantes serendipias
que se dedicaban a justificar respuestas injustificables
poniéndose de puntillas.
Y a mí, que no me gusta darle vueltas a nada que no sea un cola cao,
me dio por bañarme en mares de excesos durante la tormenta,
escribiendo en negrita y subrayando lo menos importante,
sufriendo sobredosis de planes inacabados.
Y tanto diluvio universal me dejó seca,
mientras me quedaba en blanco, en negro y en verde
poniéndose de puntillas.
Y a mí, que no me gusta darle vueltas a nada que no sea un cola cao,
me dio por bañarme en mares de excesos durante la tormenta,
escribiendo en negrita y subrayando lo menos importante,
sufriendo sobredosis de planes inacabados.
Y tanto diluvio universal me dejó seca,
mientras me quedaba en blanco, en negro y en verde
y un pajarito me decía que estaba perdiendo el tiempo,
buscando la excepción que confirma la regla
entre el montón de ropa de la silla de mi habitación.